Deja de debatir cómo se gasta el botín - Estás pasando por alto el delito
—por Xenia Ioannou, 20 de mayo, 2025
Traducción de un artículo publicado por en Facebook
Deja de debatir cómo se gasta el botín - Estás pasando por alto el delito
A menudo se oye a la gente decir cosas como, «Yo no pago impuestos para que otros puedan vivir gratis de la asistencia social», «No pago impuestos para financiar rescates multimillonarios», «No pago impuestos para que las escuelas progresistas puedan imponer a los niños el espectro de la lujuria de los adultos».
Y aunque estas declaraciones expresan frustración ante la injusticia, e incluso indignación ante el abuso del dinero de los contribuyentes, todas parten de una premisa errónea.
Tú no pagas impuestos por ninguna de esas cosas. Pagas impuestos porque te obligan.
Sin consentimiento.
Sin opción.
Sin contrato.
Si te niegas a pagarlos, aparecerán hombres armados en tu puerta. Te multarán, encarcelarán o matarán si te resistes lo suficiente. Esa es la esencia de los impuestos: la expropiación de tus ingresos bajo la amenaza de la violencia del Estado.
Así que la verdadera cuestión no es para qué se utilizan los impuestos, sino por qué te los cobran.
Te cobran impuestos porque no se reconocen tus derechos como individuo, como ser soberano. Ni en principio, ni en la práctica.
El Estado moderno no te considera un individuo dueño de ti mismo con derecho moral a tu vida y a tu propiedad. Te considera un recurso, algo para ser utilizado.
No eres más que una garantía del Estado, viejo. Por eso pagas impuestos.
Y esto no es sólo un error político. Es un error filosófico.
El gobierno no es un organismo separado del pueblo. Es un reflejo de las ideas dominantes en una cultura. Cuando la mayoría de la gente acepta el altruismo como código moral—la idea de que el bien consiste en sacrificarse por los demás—entonces edificará, votará y defenderá un gobierno que institucionalice precisamente ese sacrificio.
El altruismo, en la práctica, exige que alguien se sacrifique por otro. ¿Y quién mejor para llevar a cabo el sacrificio que un poder centralizado con armas, prisiones y autoridad legal para robar?
Eso es el Estado del bienestar: un código moral dotado de una fuerza policial.
Y cuando una sociedad descarta la razón, cuando la gente ya no piensa en principios, cuando acepta las contradicciones, cuando vota basándose en la emoción y la envidia, crea las condiciones para la tiranía. Cuanto menos racional es una población, más poder se entrega a quienes prometen «gestionar» las cosas por ella. El resultado es siempre el mismo: un Estado coercitivo que crece en alcance y reduce el espacio para la libertad.
Por eso el gobierno controla cada vez más la economía, regula el comercio, dicta la forma de hablar, redistribuye la riqueza y ahora incluso dice a los niños cuáles deben ser sus valores y su identidad. Esto no es accidental. No es un fallo de la política. Es la consecuencia lógica de una filosofía que exalta el sacrificio y desalienta el pensamiento.
Así que no, no importa si el dinero que te roban se utiliza para financiar una guerra, a un multimillonario o un espectáculo de drags para niños.
Debatir cómo se gasta el botín es pasar por alto el delito.
Es como discutir con los traficantes de órganos sobre quién se queda con tus riñones, mientras yaces en diálisis, agradeciéndoles que al menos hayan ido a parar a alguien bueno.
Esto no es conciencia política. Es el síndrome de Estocolmo. Es vitorear a tu ladrón favorito. Es debatir el uso más noble de lo que te quitaron contra tu voluntad. Y lo peor de todo, está ocurriendo con tu voto. Votas con la esperanza de influir en la redistribución del trabajo de tu propia vida, sin cuestionar nunca la moralidad de ese sistema.
Mientras no reconozcas que tu vida es tuya, y que nadie, ni una turba, ni una mayoría, ni un ministro, tiene derecho moral a apoderarse de ella, no eres libre. No eres soberano. No vives en el capitalismo ni en la justicia.
Eres simplemente un esclavo mejor vestido, negociando tu ración bajo la ilusión de la posibilidad de elegir.
Deja de discutir sobre cómo se gasta el botín. Empieza a cuestionar el saqueo.
Escrito por Xenia Ioannou
Directora General de Alexa Real Estate
www.alexarealestate.com.au
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